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FANTASÍA CUMPLIDA

FANTASÍA CUMPLIDA
(relato verídico)

Me excito muchísimo sabiendo que mis vecinos miran mientras me masturbo o practico sexo con otras personas

Recuerdo un sábado en el que mi vena exhibicionista estaba a flor de piel. Así que tumbada en la cama, desnuda, comencé a fantasear con la idea de masturbarme frente a un grupo de desconocidos. Me excitaba la idea de que viesen como me tocaba, como mis dedos recorrían mi sexo, como me humedecía…

Llamé a uno de mis amigos horizontales y le expuse mi fantasía. Él sin dudarlo dijo que sí y que él se encargaría de llamar a unos amigos suyos. La única condición que yo ponía, era que no quería saber quiénes o cuántos eran, y que ninguno de ellos podría tocarme aunque si correrse encima de mí, si les apetecía.

Ese mismo sábado, a la hora marcada, me reuní con mi amigo en su apartamento. Tomamos unas “Desperados” y unos tequilas y después de una hora, me dijo que se iba en busca de sus de amigos.

Me dirigí a su cuarto y comencé a desnudarme poco a poco, dejando que mis manos acariciasen mi piel y que mi imaginación comenzase a volar con lo que allí iba a suceder. Quedé totalmente desnuda, dejándome tan solo unas medias de red rojas y unos zapatos de tacón.

Me tumbé en la cama, y mis manos comenzaron a acariciar mis pechos, a bajar por mi vientre hasta llegar a mi entrepierna. Juntando bien mis piernas, sentí como mi humedad mojaba la parte interna de mis muslos, mientras mis dedos presionaban ligeramente mi clítoris.

La hora se acercaba. Me puse un antifaz y coloqué mi vibrador entre mis piernas, cerrándolas bien, de modo que notase toda la vibración sobre mi clítoris. Mis caderas se movían ligeramente arriba y abajo y, poco a poco, fui lubricándolo por completo.

Al poco, oí como se abría la puerta y pasos dirigiéndose hacia donde yo me encontraba. Mi corazón se aceleró y mi excitación aumentó aún más. Ya habían llegado, ya estaban allí.

No podía verlos, pero podía notar su presencia, oír sus respiraciones, y en ese momento me dejé llevar totalmente.

Abrí por completo mis piernas para que todos pudiesen ver mi humedad. Mis labios palpitaban y sentía mi sexo totalmente dilatado por la excitación, tanto que me dolía.

Con una mano comencé a embestirme con mi vibrador una y otra vez, a la vez que con los dedos de la otra, masturbaba mi clítoris. Me embestía y paraba, sacándolo por completo para que pudiesen ver mi entrada bien dilatada. Notaba como mi flujo resbalaba y mojaba la sábana. Volvía a embestirme y volvía a sacarlo. Quería que todos deseasen que mi vibrador fuese su polla, embistiéndome y provocando toda aquella humedad en mí.

Súbitamente, mi espalda se arqueó en un espasmo incontrolable haciendo salir mi vibrador, mientras mis manos apretaban fuertemente mi sexo. 

Ese fue el primero de muchos orgasmos esa tarde. Pude sentir como mis pechos, mi vientre… todo mi cuerpo era bañado con las corridas de los presentes y a cada corrida que sentía, alcanzaba un nuevo orgasmo.

Al día de hoy, aun no sé cuántos chicos había mirando aquel día. No quiero saberlo. Fue una de mis muchas fantasías, ya cumplidas. Una más, como la que en pocos días cumpliré.
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