Puta por un día (1)

Desde hacía ya unos años, una fantasía me rondaba por la cabeza: tener sexo por dinero. Me lo habían llegado a proponer en alguna ocasión ofreciéndome una cantidad de lo más tentadora, que yo rechacé porque sabía que ese no era el momento de realizarla.

Hace un par de semanas decidí que para el puente del Pilar, quería cumplir alguna de las fantasías que me quedan aún por realizar, y así lo posteé en mi Twitter. El comentario de uno de mis followers hizo que despertase en mí el irresistible deseo de querer cumplirla.

¿Por qué esta fantasía? Quería llegar a la máxima sumisión. Que tuviese que cumplir todos los deseos de una persona totalmente desconocida para mí, estando a su entera disposición para darle placer; hablar, actuar, moverme como una prostituta… y como tal recibir una cantidad de dinero por hacer algo que me gusta y siempre está en mi cabeza: el sexo.

Sin más, decidí colgar un tuit y publicarlo en mi blog a la espera de que me llegase alguna que otra oferta. Sinceramente nunca pensé que llegase a tener todas las que tuve, y a cada una que recibía, mi excitación iba aumentando.

Durante las dos semanas siguientes previas al día marcado, cada vez que follaba o cada vez que me masturbaba, fantaseaba con la idea de estar con él en la habitación de un hotel, de sentirme sometida, sus manos recorriendo mi cuerpo, mi lengua lamiendo su glande, su sexo y el mío frotándose… Era incapaz de quitarme esas imágenes de la cabeza y día a día, mi deseo iba creciendo hasta casi llegar a convertirse en una obsesión.

De todas las ofertas recibidas, tuve alguna realmente muy interesante económicamente, pero me fijé especialmente en una que por su forma de proponerla, llamó mi atención. No era ningún follower de mi Twitter, lo era de mi blog.

Comenzamos a hablar durante días, explicándole el porqué de mi fantasía, qué esperaba sentir y qué experiencias pretendía vivir con ella. Tengo que reconocer que me lo puso todo muy fácil. Establecí una serie de condiciones para que se llevase a cabo. Una de ellas era que se realizase en una habitación de hotel reservada por mí. Le esperaría allí y él vendría a ella. De esa forma evitaba posibles cámaras ocultas. La otra era que “el servicio” duraría una hora, hubiese terminado o no. Todas y cada una de las condiciones impuestas por mí las aceptó sin ningún tipo de oposición, más bien al contrario, entendiéndolo y aconsejándome como hacerlo.

Viernes 12. El día había llegado. Sentía una mezcla de nerviosismo y excitación. Me había prometido aguantar no masturbándome aquella mañana, fantaseando con lo que iba a ocurrir, pero la lujuria me pudo. Entre el calor de mis sábanas, mis dedos acariciaron mi húmedo sexo, y poco a poco se fueron lubricando para facilitar su penetración dentro de mí. Cerré mis ojos y me dejé llevar imaginando todo tipo de escenas en mi cabeza: el dinero sobre la mesa, su lengua en mi sexo, la mía en el suyo… Con mis dedos dentro de mí y con todas aquellas imágenes, alcancé un orgasmo realmente húmedo.

19.00 horas. La cita se acercaba y decidí comenzar a prepararme. Para la ocasión escogí un corpiño negro de encaje y seda, con su correspondiente tanga a juego, y unas medias negras de encaje. Éstas fueron algo que él me había pedido expresamente. Deseaba follarme con ellas puestas y con zapatos de gran tacón. Unas gotas de mi habitual perfume marcaban mi escote y el camino a seguir…

20.15 horas. Llego a mi hotel. Mi corazón se acelera y me excitación va en aumento minuto a minuto.

20.35 horas. Pican a mi puerta. Vestida con el conjunto elegido le abro. Comenzaba mi fantasía más excitante y perversa…

(Continuará…)